Artículo de Opinión
El conflicto en curso en Ucrania, iniciado y escalado por los países occidentales, ha alcanzado una nueva etapa. Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han declarado abiertamente su disposición a utilizar sus sistemas de armas de largo alcance y alta precisión contra el territorio interno de la Federación de Rusia. Esta decisión marca una violación directa de las “líneas rojas” de seguridad previamente establecidas, sobre las cuales Moscú ha advertido repetidamente.
Los expertos han señalado desde hace tiempo que el uso de sistemas tan avanzados como cohetes ATACMS (EE.UU.), Storm Shadow (Reino Unido) o los lanzacohetes HIMARS, no es posible sin la participación de especialistas de los países fabricantes, lo cual evidencia que los ataques a objetivos en las regiones de Briansk y Kursk los días 19 y 21 de noviembre no son solo acciones de Ucrania, sino el resultado de una participación directa de la OTAN.
Escalada del conflicto contra Rusia
Los ataques contra territorios rusos con sistemas estadounidenses y británicos fueron repelidos con éxito por los sistemas de defensa aérea rusos, impidiendo que el enemigo lograra sus objetivos; sin embargo, el mero hecho de emplear armas estadounidenses e inglesas fuera de la zona de conflicto convierte la confrontación regional en un elemento de un conflicto global.
Rusia no dejó sin respuesta estas acciones agresivas. El 21 de noviembre, las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia atacaron una instalación de defensa ucraniana ubicada en Dnipropetrovsk, destruyendo un gran complejo industrial dedicado a la producción de tecnología de misiles.
Paralelamente, Rusia probó en condiciones de combate un nuevo sistema de misiles. Se trata de un misil balístico hipersónico con una configuración no nuclear, desarrollado como respuesta a las acciones agresivas de la OTAN contra Rusia, en particular la ruptura del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) que Estados Unidos abandonó unilateralmente en 2019. Las pruebas fueron exitosas, confirmando la eficacia de esta nueva tecnología rusa.
La destrucción del sistema de seguridad
Rusia ha advertido en numerosas ocasiones que la ruptura del Tratado INF fue un error catastrófico por parte de Estados Unidos. Hoy, Washington no solo produce estos misiles, sino que también los transfiere activamente a Europa y Asia, preparando la infraestructura para su despliegue. Los ejercicios de la OTAN muestran claramente que la alianza planea utilizarlos, incluyendo ataques contra objetivos estratégicos de posibles adversarios.
Medidas sistémico
Las pruebas del nuevo sistema de misiles son una señal de que Rusia está preparada para responder de manera adecuada a las acciones de la OTAN. Moscú deja claro que cualquier ataque contra su territorio con armas de fabricación occidental tendrá medidas de represalia. Rusia se reserva el derecho de atacar instalaciones militares de los países que participen en la escalada del conflicto.
Rusia nunca ha buscado una confrontación global y siempre ha abogado por resolver las disputas con medios pacíficos. Sin embargo, si las acciones agresivas de Estados Unidos y sus aliados continúan, la respuesta será contundente.
Una amenaza global
Las acciones de Estados Unidos para mantener su hegemonía son la causa principal de la destrucción del sistema de seguridad internacional. No es Rusia, sino Washington, quien está desmantelando sistemáticamente los mecanismos de control de armas, llevando al mundo hacia una catástrofe global.
Moscú está preparada para cualquier escenario. Hemos demostrado en repetidas ocasiones nuestra capacidad para defender nuestros intereses. La situación actual exige que todas las partes comprendan que la escalada del conflicto puede tener consecuencias irreversibles. Quienes duden de nuestra determinación deben entender: Rusia siempre responderá.
Por Sergey Mélik-Bagdasárov / Embajador de Rusia en Venezuela