Opinión| Por Henry Pacheco
Groenlandia es la isla más grande del planeta situada entre los océanos Atlántico y Ártico con una superficie de aproximadamente 2.166.000 millones de km. cuadrados, un 80% de la misma está cubierta por una capa de hielo de 1.5 km y de espesor es una vasta región en la que viven apenas 57.000 habitantes.
La cercanía de Groenlandia con América del Norte y la incapacidad de Dinamarca de defender este territorio tan extenso, (desde América del Norte hasta Groenlandia hay 2.000km y desde Dinamarca hasta Groenlandia hay 3.000 km.) siempre ha despertado el interés de Donald Trump, quien ahora vuelve a ser el jefe del país vecino.
No es la primera vez que un presidente estadounidense EE.UU pone la mira en Groenlandia y hace una especie de puja por este territorio. En 1946 Harry Truman ya había ofrecido 100 millones de dólares a Dinamarca por la isla argumentando, su importancia estratégica durante la Guerra Fría, la oferta fue rechazada; pero, Estados Unidos obtuvo mano libre, a la hora de incorporar la isla en su sistema defensivo, de hecho.
Estados Unidos ya tiene una buena presencia militar en Groenlandia, la base aérea de Tule, ubicada en el noroeste de la isla, se creó en 1951 y desde los años 60 alberga un radar del sistema de alerta temprana de misiles balísticos, que es esencial para la detección de posibles amenazas nucleares. esta instalación representa la base más septentrional de las fuerzas armadas estadounidenses y desempeña un papel crucial en la defensa y la vigilancia del hemisferio norte.
Durante su primer mandato, Donald Trump volvió a recoger la idea de comprar Groenlandia; pero, la propuesta fue rechazada una vez más tanto por Dinamarca como por Groenlandia. Esto no le sentó bien a Donald Trump y por toda la respuesta negativa en su momento, lo único que hizo fue cancelar su visita oficial a Copenhague.
Ahora, el mandatario estadounidense ha vuelto con la misma intención, ya que poseer el control de Groenlandia resulta una necesidad perentoria para la seguridad Nacional de Estados Unidos, según Trump.
Su intención es que se convierta en un estado asociado, una situación parecida en la que se encuentra Puerto Rico, lo cual, para Groenlandia, sería retornar a una especie de punto de partida, porque volvería a depender de otro Estado, en materia como la defensa y de relaciones internacionales.
Justo el mismo día en que el Jefe de Estado de EE.UU hablaba de esto, su hijo visitó La Isla en un viaje que levantó muchas especulaciones sobre posibles negociaciones futuras con Dinamarca.
Estas amenazas de Trump no han gustado para nada a Dinamarca, y para reforzar el concepto de que Groenlandia le pertenece, ha reformado el escudo real entre Dinamarca y la Independencia.
Para dar más presencia al oso y a la cabra los símbolos que representan a Groenlandia y las Islas feroés en las regiones autónomas de Dinamarca en el Atlántico.
El problema es que las relaciones entre Nuuk, la capital de Groenlandia, y Copenhague no son precisamente buenas. Múte Egede, Premier groenlandés, ha rechazado la idea de Trump; pero, ha aprovechado para pedir que el 2025 sea el año de la independencia definitiva de Dinamarca.
Groenlandia ha estado bajo el dominio de Dinamarca desde el siglo XVII, por un lado, Dinamarca intentó integrar sin éxito a la isla en el contexto europeo, de hecho, entre 1973 y 1985 Groenlandia formó parte de la Comunidad Económica europea. Por otro lado, en los años 60 se puso en práctica un salvaje control de natalidad, para reducir la población local, hasta el 35% de las mujeres groenlandesas fueron obligadas a llevar dispositivos anticonceptivos y es en este contexto de enfrentamiento y desavenencias que en los años 60 crece el movimiento independentista groenlandés.
En 1979, la isla obtuvo un estatus de autonomía, que le permitió gestionar sus propios asuntos internos; sin embargo, Dinamarca ha mantenido el control sobre la política exterior y la defensa, solo en el 2019 y a través de un referéndum, permitió el control a Groenlandia de los recursos naturales clave y de decidir sobre temas como la explotación minera y el medio ambiente.
Es importante mencionar que la independencia plantea importantes desafíos económicos, ya que actualmente Dinamarca aporta alrededor de 600 millones de dólares anuales al presupuesto groenlandés, lo que representa casi un tercio de su PIB.
El potencial de “el tesoro bajo el hielo” groenlandés es inmenso, pues posee minerales críticos como el neodimio, el disprosio y otras tierras raras, esenciales para tecnologías verdes como turbinas eólicas y vehículos eléctricos.
La demanda de los recursos antes mencionados ha crecido exponencialmente en los últimos años y son críticos no solo porque son raros sino porque China es el mayor exportador mundial de este tipo de minerales, por esta razón estados Unidos busca una fuente nueva de abastecimiento, además de las tierras raras.
Asimismo, Groenlandia posee importantes reservas de petróleo y gas natural; sin embargo, la explotación de estos recursos, tiene que enfrentarse a una fuerte oposición local y la extracción de todas estas riquezas no es nada fácil.
Las condiciones climáticas durante todo el año son extremas, a pesar del calentamiento global, en verano la temperatura más alta no supera los 6 grados y en invierno la máxima no alcanza los 18 grados bajo cero. En el sur, sin embargo, donde los efectos del deshielo son más evidentes en verano, sí ha habido días con temperaturas de hasta 20 grados.
El avión o el helicóptero representan casi las únicas maneras para desplazarse en largas distancias. La Isla cuenta con seis aeropuertos y 18 pistas de aterrizaje, estas representan la única conexión, incluso entre localidades cercanas porque no hay carreteras que unan los pueblos. Aunque existen 24 puertos, solo seis están habilitados para recibir grandes embarcaciones.
La cosa es que, también con el progresivo deshielo por el calentamiento global, la navegación será menos problemática y se abrirán nuevas rutas marinas para conectar el Atlántico con el Pacífico sin necesidad de pasar por el Estrecho de Panamá.
De momento, estas rutas siguen siendo peligrosas y poco útiles, en definitiva, Groenlandia se encuentra en una encrucijada donde las oportunidades y los riesgos se entrelazan en un equilibrio, más bien precario y se está convirtiendo rápidamente en el epicentro de intereses geopolíticos y económicos y medioambientales que marcarán las dinámicas globales del siglo 21.
Artículo de opinión por Colarebo